Hace poco más de dos años, Sebastián Guereta comenzó un recorrido que, sin proponérselo de manera consciente, se transformó en parte de su vida diaria y en un espacio de formación constante: la operación técnica en Radio Universidad.
Río Grande.- Lo que en un principio parecía ser un desafío complejo, lleno de botones, perillas, luces encendidas y sistemas de audio, pronto se convirtió en una pasión. Desde su primer día frente a los controles entendió que esta labor exige más que un simple conocimiento técnico: requiere atención plena, comunicación fluida con los conductores y, sobre todo, la capacidad de resolver imprevistos en vivo.
Aprender a nadar entre tiburones
Sebastián suele describir sus primeras experiencias en la operación como “tirarse a la pileta en la parte más profunda, en un mar lleno de tiburones, anguilas y pirañas”. Con humor, pero también con mucha sinceridad, reconoce que al principio los errores son inevitables. Sin embargo, con el paso del tiempo fue ganando confianza, descubriendo que en este oficio hay una regla básica: operar sin dudas.
“Los errores son parte del aprendizaje -suele decir-, pero llega un punto en que la seguridad es clave. El operador tiene la responsabilidad de que el programa salga al aire de la mejor manera posible, que los micrófonos funcionen, que la música entre a tiempo y que las entrevistas se escuchen con claridad”.
La comunicación: puente esencial con los conductores
En el mundo de la radio, donde cada segundo cuenta, la relación entre conductor y operador es fundamental. Guereta lo entiende así y por eso insiste en que la comunicación constante es un principio irrenunciable. Aunque ya conozca las rutinas de los programas que opera, nunca da nada por sentado.
“En este programa sé que casi siempre hay música –relata-, pero aun así pregunto, porque nunca se sabe si hay un invitado extra o un cambio de último momento. Estar atentos a las señales, a los gestos del conductor, es parte de nuestra tarea diaria”.
Entre la pasión y la técnica
La operación técnica no es simplemente encender un micrófono. Es, en muchos casos, aportar a la construcción de una escena sonora. Sebastián disfruta especialmente de esos momentos en que puede sumar efectos, fondos musicales o sonidos que enriquecen una entrevista.
La radio, afirma, permite que el oyente imagine y se transporte a un lugar sin necesidad de verlo. “Cerrás los ojos y podés sentir que estás en un ring de boxeo, en una carrera de karting o en un partido de básquet. El sonido es la herramienta que hace posible ese viaje”.
Los programas comunitarios: experiencias que marcan
Uno de los recuerdos más significativos de Guereta es haber operado en el programa La Voz del (CAAD), un espacio conducido por jóvenes del Centro de Actividades Alternativas para Discapacitados. Allí, cada participante tiene su propia sección, con sonidos, músicas y estilos diferentes.
“Ese programa es muy especial porque cada conductor aporta su impronta y su entusiasmo. Hay que estar atentos, porque cada detalle cuenta, pero al final, cuando todo funciona, se logra una magia única. La radio se transforma en una experiencia compartida, no solo para quienes la hacen, sino también para quienes la escuchan”.
Entre la tradición y la modernidad
Guereta reconoce que la radio vive hoy un desafío particular. Con la irrupción de las redes sociales y los servicios de streaming, muchas audiencias migraron hacia otros formatos. Sin embargo, está convencido de que la radio sigue teniendo un encanto irreemplazable.
“Es cierto que hoy podés ver a tu cantante favorito en el celular con un clic. Pero la radio tiene algo distinto: la cercanía, la inmediatez, la compañía. Aunque no veas al oyente, sabés que está del otro lado, compartiendo ese momento con vos”.
La emoción de los primeros pasos
Sebastián recuerda con cariño cuando ingresaron al estudio chicos y chicas que nunca habían estado en una radio. “Para ellos fue un sueño cumplido. Saber que sus familias podían escucharlos desde cualquier punto del país a través de internet les daba una alegría enorme. Ese es el valor humano de este oficio: generar experiencias significativas para las personas”.
La vida fuera del estudio: ballet y deporte
Más allá de la radio, Guereta también se animó a incursionar en el ballet. Lo que empezó como una actividad para mejorar su salud física se transformó en una pasión inesperada.
“El ballet me permitió conocer mejor mi cuerpo y descubrir nuevas formas de expresión. Nunca pensé que me iba a gustar tanto. Es un ejemplo de que uno tiene que animarse a probar cosas nuevas, porque siempre pueden sorprenderte”.
Ese mismo espíritu lo aplica a la radio: animarse, probar, equivocarse, aprender y seguir.
El compromiso con la comunidad
En paralelo a su trabajo en los controles, Guereta valora profundamente el rol social de la radio y de las actividades comunitarias. Destaca, por ejemplo, la reciente participación de jóvenes del (CAAD) en la Liga Fueguina de Newcom, donde compartieron cancha con adultos mayores. “Fue una fiesta para todos –recuerda-. Lo importante es que esas oportunidades existan, porque integran, visibilizan y generan vínculos humanos”.
Una apuesta al futuro
Aunque reconoce que todavía está dando sus primeros pasos en la operación técnica, Sebastián se muestra confiado. Sabe que el camino es largo y que la radio exige paciencia, dedicación y mucho entrenamiento.
“Con los años -dice entre risas- voy a llegar al punto de poder manejar los controles con los ojos cerrados. Por ahora me queda mucho por aprender, pero estoy feliz con este recorrido”.
Mensaje final: animarse siempre
Cuando se le pregunta qué consejo daría a quienes dudan sobre probar algo nuevo, su respuesta es clara: “No hay que quedarse con las ganas. A veces uno piensa que necesita un máster para empezar algo, pero lo importante es animarse. El primer día puede ser difícil, el segundo también, pero con el tiempo se transforma en un hábito y en una pasión. Hay que mojarse los pies, probar y ver qué pasa”.
Sebastián Guereta es, sin dudas, un joven entusiasta que encontró en la radio un espacio de crecimiento personal y comunitario. Con responsabilidad, compromiso y una gran cuota de pasión, demuestra que la operación técnica no es un trabajo invisible, sino un arte que sostiene la magia de la comunicación.