Como rezaba el fallecido filósofo contemporáneo “Tati” Vernet, “el problema no es perder, sino la cara de boludo que te queda”. El gobierno concluye su primera semana post Cancha Rayada sin reaccionar adecuadamente a lo sucedido. Los pases de factura internos imposibilitan la comprensión de lo que pasó. En muy resumidas cuentas, hay que sumar 4 factores: 1) estilo de liderazgo, 2) falta de empatía, 3) la economía no satisface, y 4) el caso Spagnuolo. Si no se ataca de manera contundente alguno de estos ítems, la recuperación va a ser complicada. Pero por sobre todas las cosas, si la calle tuviera un boom de consumo, los otros tres tópicos quedarían un poco de costado. Pero la calle “no la ve”.
¿Cuánto mejor podrían haber sido los cierres de listas, o cuánto mejor podría haber sido la estrategia territorial si la economía no camina? Insignificante. Si la calle está dulce, poco importan los “Nene” Vera de la vida. Además ¿los digitales tenían algo mejor para presentar? ¿era el gordo Dan -calificado como agresivo y desagradable por los propios votantes libertarios- más presentable que los runflas que cambian de bando en cada elección? Están equivocando el diagnóstico, ergo la estrategia de recuperación. Karina, de mala imagen en los más afines, ¿tiene más culpa en la derrota que las variables descontroladas de “el mejor ministro de economía de la historia”? Si el problema es solo la política, un nuevo cachetazo empieza a incubarse.
Pasó una semana. Ahora tenemos un ministro más, más mesas políticas, más vetos y más fotos de reuniones sin impacto en la opinión pública. El mileísmo aun no salió de la cápsula. Y le va a costar a un sistema de conducción endogámico y verticalista. ¿Quién con kilometraje y algún prestigio político querría sumarse como actor de reparto a “Dónde está el piloto”?
Habitualmente, el líder de un proyecto político administra el conflicto y la distribución de poder entre las tribus. Como Menem con celestes y rojos punzó. El problema es que acá el 1 no fija la política, que quedó en manos su hermana. Pero Karina es juez y parte porque encabeza una de esas tribus. Ergo, no puede mediar con eficacia en una situación de crisis donde ella está señalada como una de las culpables. Fallas de matriz que quizá no se resuelvan nunca.
La elección del domingo desnudó muchos problemas conceptuales del oficialismo. Vamos a los números (que no me dejan mentir). Hubo 1.100.000 votos de diferencia entre el ganador y el segundo el domingo pasado. Dado que LLA no existía en 2021 -la anterior legislativa donde concurrieron la nacional y la provincial- las comparaciones son dificultosas. Si tomamos como referencia lo que pasó hace 4 años atrás, JxC + Espert obtuvieron un millón medio más de votos que este 7 de septiembre. Pero si miramos a la sumatoria de JxC + LLA en diputados nacionales de 2023, la perdida es de más de 2 millones. El gran tema acá es que FP también perdió si lo comparamos con 2 años atrás, pero creció en votos absolutos si nos referenciamos en 2021. En definitiva, los libertarios necesitan producir una revolución de participación entre los potencialmente propios para poder achicar la diferencia drásticamente, suponiendo que los electores K repetirán la misma asistencia (y con más entusiasmo), mientas que los “otros” difícilmente se metan en la grieta para ayudarlo al Javo.
Los dos grandes actores se llevaron el 81 % de los votos, en una gran polarización, pero acá hay dos “ignotos” que también compiten: los otros y la abstención. Esta última está actuando como variable de ajuste, sobre todo entre los no K, de modo que se relativiza la estrategia de las “minorías nítidas”. Según este supuesto, existen núcleos duros blindados que irán a votar como sea, y que en el caso de LLA, los alimenta el “temor kuka”. Sin embargo, ese argumento no sirvió como suficiente aliciente para frenar a los “orcos”. Los que no acudieron están más del lado de votantes JxC 2023, que se han decepcionado por alguno de los 4 factores mencionados al principio de la nota.
¿Fue un error nacionalizar? Contra pregunta ¿se puede no nacionalizar una elección con el 40 % del padrón del país? ¿quién imaginó que se iba a discutir sobre inseguridad y baches, teniendo en cuenta que la situación económica ocupa buena parte de la angustia de la gran mayoría desde que se levanta hasta que se acuesta? ¿podría no haber aparecido el presidente? ¿cómo insuflar ánimo en una tropa llena de desconocidos en cada distrito?
Por consiguiente, diría Felipe González, el oficialismo deberá ir a buscar votantes blandos, quienes oscilan en función de factores de la coyuntura. Eso implicará “abuenarse”, moderarse, buscar algo más al centro, ya sea por estilo o por contenido. ¿Y las minorías nítidas? Bien, gracias, porque no alcanzan. ¿Y entonces los vetos? ¿y la ortodoxia monetaria? Ah, no sé (eso lo digo por otro precio).
Los próximos 42 días van a ser muy complejos porque siempre es difícil romper los círculos viciosos, como ya se comentó en esta columna el domingo pasado. Vuelvo a parafrasear a Viglietti: “me matan si no ajusto, y si ajusto me matan”. La elección así lo certificó. Sin gestos contundentes se hará cuesta arriba: el timing de la reacción y el impacto de lo que se decida son variables claves. ¿Habrá mística al estilo “Mauricio lo da vuelta” de la general de 2019, recurriendo a actos masivos y caravanas (como la casta)? El “’gatito mimoso” no tiene una coalición de partidos detrás, ni lo tiene a Pichetto, ni a Lacunza.
Además de todo eso, hay demonios desatados: el temor de los mercados y la investigación judicial a partir de los audios (Comodoro Py está que arde), con un gobierno que se convirtió en mancha venenosa. Nadie querrá sacarse una foto con “los leprosos”, salvo a cambio de un alto precio. En varias provincias hoy LLA no logra sumar el porcentaje de votos de la primera vuelta de 2023.
Respondiendo la pregunta del título: esta vez ya no es distinto, Toto. La ley de la gravedad existe.
Fuente Carlos Fara; politólogo. Presidente de la International Association of Political Consultant (IAPC). Consultor político especialista en opinión pública, campañas electorales y comunicación. Ha participado en campañas electorales en Argentina y Latinoamérica. Premio Aristóteles a la Excelencia 2010.