Por Fernando Arrieta (*)
Lo primero es lo humano: abrazo a las familias de las víctimas y a quienes siguen en terapia. A esta hora, el saldo que reportan autoridades y medios serios asciende al menos a cuatro fallecidos y alrededor de 90 heridos tras la volcadura y explosión de una pipa de gas LP en Iztapalapa, México.
Dicho esto, sin vueltas: lo que estalló no fue solo un contenedor de gas; estalló una cadena de controles que debió contener el riesgo. En transporte de sustancias peligrosas hay tres barreras que deben operar a la vez—cumplimiento documental real, operación segura y respuesta a emergencias con protocolos vivos—; si una falla, las otras sostienen. Aquí fallaron varias en simultáneo. Eso no es azar: es gobernanza débil y una cultura que confunde “tener un PDF” con gestionar el riesgo.
El dato duro del regulador es inequívoco: la unidad operó sin pólizas registradas en 2025 para responsabilidad civil y daño ambiental; además, cargó en una terminal cuya póliza venció el 12 de junio de 2025 y la renovación fue rechazada. En cristiano: el seguro que debía estar validado y visible para el Estado y para la carretera no estaba.
Sobre la responsabilidad empresarial, hay trazabilidad suficiente para afirmar a quién pertenecía la pipa, y aún así, la compañía intentó deslindarse en las primeras horas, pero la autoridad confirmó la falta de documentación vigente con la que contaban. La conversación pública ya no es sobre un accidente aislado: es sobre deberes de control incumplidos en una cadena económica que conoce perfectamente estos riesgos.
Hablemos claro. Un permiso o un seguro que no están vigentes y registrados no protegen a nadie. Un checklist sin trazabilidad no evita una volcadura. Un conductor sin horas de servicio controladas convierte el calendario en ruleta. Una telemetría que no llega al regulador es un testigo mudo. Y un plan de emergencia escrito para “pasar la auditoría” no sirve cuando el asfalto arde. Cumplir no es juntar papeles: es demostrar, en tiempo real, que el riesgo está bajo control.
La hoja de ruta es concreta. Semáforo digital por placa y permiso: si la póliza no está validada en línea con la aseguradora, la unidad no sale. Telemetría obligatoria con velocidad, ruta, paradas, horas de servicio y eventos críticos, conectada a un tablero estatal que dispare alertas antes del siniestro. Mantenimiento preventivo verificable con evidencias fechadas y firma digital; bitácoras y tickets de carga que permitan reconstruir minuto a minuto la cadena de custodia. Entrenamiento HAZMAT recurrente con simulacros tripartitos (empresa–aseguradora–protección civil). Y, porque la reparación importa tanto como la prevención, un fondo sectorial de garantía que active pagos inmediatos a víctimas sin esperar un vía crucis judicial.
No hay que inventar nada: ISO 39001 para seguridad vial, ISO 45001 para salud y seguridad, ISO 14001 para gestión ambiental, ISO 37301 para compliance e ISO 31000 para gestión de riesgos ya existen. Integrados con tecnología —tacógrafo inteligente, sellos de tiempo, resguardo inmutable de datos— ofrecen evidencia objetiva de control. Eso es trazabilidad seria en 2025.
A los directivos les digo algo incómodo pero imprescindible: tercerizar la operación no terceriza la responsabilidad. La cadena es tan fuerte como su eslabón más débil y hoy ese eslabón quedó expuesto frente a todo un país. Cuando la reputación se quema, no la apaga un comunicado: la apagan hechos, transparencia y reparación.
A la autoridad le propongo ir un paso más allá: bloqueo operativo automático por vencimiento de póliza, inspecciones basadas en datos y publicación semanal de indicadores de cumplimiento por empresa. La confianza pública se construye con métricas abiertas y consecuencias previsibles.
Este accidente debe ser un punto de inflexión. Si mañana cada unidad de gas LP circula con cobertura validada en línea, telemetría monitoreada, conductor apto y mantenimiento trazable, habremos honrado a las víctimas con cambios reales. Si no, solo habremos cambiado los titulares. La mejora continua no es una frase en la pared: es la disciplina de no repetir lo que hoy nos duele.
Hoy es el momento de anticiparte. No esperes a que un titular golpee a tu empresa o a tu sector. Contactanos en www.gcerti.org y descubrí cómo podemos ayudarte a prevenir, con disciplina, tecnología y estándares reconocidos en todo el mundo.
(*) Fernando Arrieta es Director Regional de G-CERTI Global Certification.